Los que me conocen saben que fumo en pipa desde hace 40 años; que nunca he fumado en lugares donde podía molestar, incluso en bares y restaurantes donde estaba permitido fumar he pedido permiso para encender mi pipa. Ayer me sentí incómodo, por no decir otra cosa, me hicieron poner las manos sobre el mostrador del bar para que el camarero comprobara que no estaba fumando, sólo porque éste había olido tabaco de vainilla; el olor provenía de mi bolsillo, donde había introducido la pipa apagada antes de entrar en el bar; dado el olor peculiar del tabaco de pipa éste fue detectado por el camarero. La persecución es excesiva e intolerante.