sábado, 20 de diciembre de 2008

Más allá del consumo, por Manuel Castells

domingo 14 de diciembre de 2008

Evalúe lo que le cuesta su consumo en dinero y tiempo; verá como se sentirá mejor cuando ya no lo pueda hacer aunque quiera
La economía en que nos hemos montado está basada en dos ejes fundamentales: el consumo de bienes y servicios y las ganancias de dinero virtual en el mercado financiero. Si se consume hay demanda de productos, hay producción y hay empleo.
Y cuando el dinero que se recibe no es suficiente para consumir, se pide prestado y pagamos el préstamo a lo largo del tiempo, con la esperanza de ir mejorando. Cuanto más tiempo tardamos más interés pagamos. Con nuestro dinero las instituciones financieras compran más dinero, que venden por más dinero. Lo importante es que sigamos consumiendo y sigamos pagando los intereses y el capital que nos prestan para seguir consumiendo. Si nos prestan más de lo que podemos pagar, nos quitan lo que compramos, empezando por la casa, que es nuestro mayor patrimonio. La cuestión es que nuestra casa, además de una inversión, es nuestro espacio de vida. Pero las finanzas son lo que son y el mundo es lo que es. El problema surge cuando nos han prestado tanto que ya no podemos pagarlo con lo que nos pagan. Y aunque nos lo quiten los prestamistas, acumulan tantas propiedades que no pueden colocarlas y al perder valor lo pierden ellos además de nosotros. Como los financieros también habían pedido prestado garantizando el préstamos con el valor de lo que nos habían vendido, cuando ya no podemos pagar no sólo pierden dinero, sino el valor que lo garantizaba. Por tanto, también pierden su dinero los que lo habían invertido a través de las instituciones financieras. Como los créditos son el combustible de todo el sistema, cuando las finanzas quiebran se para la máquina.
Y lo que empezó conmigo incapaz de pagar mi hipoteca acaba con mi empresa no pudiendo obtener el crédito con que contaba para pagarme a mí. Entonces tiene que despedirme, con lo que yo no cobro y no puedo consumir. Como yo no consumo, mi compadre no produce, porque ¿a quién le va a vender su empresa? Así se generaliza la crisis. Para evitar que alcance proporciones catastróficas hay que inyectar dinero en los bancos para que sigan prestando e inyectar dinero en la economía para que podamos volver a consumir. ¿Quién lo hace? Sólo el Estado puede. Pero en realidad el dinero del Estado es el nuestro. O sea, que para que yo pueda seguir consumiendo el Estado tiene que dar parte de lo que le pago en impuestos a los bancos para que los puedan seguir prestando a mi empresa o a mí. Y si el Estado recurre a la deuda, algún día tendrá que pagarlo, de modo que los intereses también salen de mis impuestos y el capital de los impuestos de mis hijos. Aunque en teoría así se puede reiniciar la máquina, en la práctica las cosas no funcionan tan fácilmente. Y los desfases temporales y desajustes entre oferta y demanda, producción y finanza, desbaratan el sistema y se traducen en reducción del consumo y en aumento del paro.
Algunas proyecciones apuntan a un nivel de paro en España superior al 15% en el 2009 . Y a una congelación de los salarios, lo cual equivale a una pérdida de poder adquisitivo en términos reales.
La extensión del seguro de desempleo puede paliar la dureza de la crisis, pero no evitar la caída del consumo.
Y el apoyo del Estado a las instituciones financieras les permitirá sobrevivir a la crisis, pero no superar la crisis de confianza.
Además, el crédito a las empresas se da y se dará a cuentagotas, y no a las emprendedoras, sino a las que presentan menor riesgo y que, por tanto, son menos innovadoras. Puesto que la innovación es la madre de la productividad y la productividad es la madre del cordero económico, una economía sin riesgo es una economía estancada en su potencial de crecimiento, y por tanto de creación de empleo y de relanzamiento del consumo. Muchos piensan y esperan que todo esto sea un mal trago y que pronto todo volverá a ser como antes. O sea, que a volver a las andadas financieras y a vivir, o sea, consumir, que son dos días. No parece que los datos apunten en esa dirección. Y si fuera así, si los felices años del consumo que no cesa no vuelven, ¿vamos a vivir por largo tiempo en la nostalgia del paraíso perdido? O sea, ¿no sólo materialmente pobres sino psicológicamente desvariados? ¿O tal vez podemos repensar la carrera loca en que nos hemos montado sacrificando tiempo de vida y de amor, salud del cuerpo, goce del maravilloso planeta azul y disfrute de las extraordinarias creaciones culturales en las que nuestra especie supo sublimar la alegría y el dolor?
Haga usted un ejercicio personal. Calcule lo que le han costado en horas de trabajo los objetos que le rodean, empezando por su coche, y evalúe lo que realmente le gusta y realmente le sirve. Investigue cuánto más placer tiene por cada pulgada adicional de su televisor (que tendrá que tirar para tener TDT, con lo que podrá ver con más nitidez las mismas tonterías). Reflexione sobre la gastronomía realmente existente y sitúela en los límites de su aparato digestivo, estandarizando el placer obtenido por el sufrimiento de las curas de adelgazamiento o la culpabilidad por no hacerlas. Rememore sus últimas vacaciones y compare el esfuerzo económico y nervioso de llegar a una playa atestada de un país pobre con colas de turistas para visitar monumentos delabrados con el disfrute de un tiempo tranquilo en su pueblo lejos de los turistas invasores. Evalúe lo que le cuesta su consumo en dinero y tiempo. Verá como se sentirá mejor cuando ya no lo pueda hacer aunque quiera.
Y si nos acostumbramos a vivir de otra manera durante algún tiempo, a lo mejor les decimos que se dejen de estimular la economía y dediquen nuestro dinero a estimularnos la mente, que es por donde se siente la vida.
Fuente: Periódico La Vanguardia
Manuel Castells en Wikipedia

lunes, 15 de diciembre de 2008

Para que no se olvide

La Plataforma “Juicio a Aznar” presentará el próximo año una nueva querella contra Ánsar. Si aún no has firmado tu adhesión, lo puedes hacer aquí.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Zapatazos

La violencia no está justificada. ¿Pero quién no ha tenido ganas de darle un zapatazo a este tío?

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Batasunos del crucifijo

Gorka Esparza

2 de diciembre de 2008

Cuando era pequeño, yo era el único alumno de la clase que cursaba Ética (que era lo que hacíamos en los colegios públicos quienes no dábamos religión y que dependiendo del momento consistía en hacer manualidades, debates, jugar al fútbol o hacer las tareas). Por supuesto, junto a la foto de Juan Carlos de Borbón y esposa, había un crucifijo. Empezábamos las clases cantando “Alabaré a mi señor” porque “el que canta reza dos veces” (nos decía Clementina -profesora que aún tenía tratamiento de Doña-). Era el año 1988 y la Constitución llevaba diez años sancionada por su Majestad y publicada en el BOE.

Veinte años después de aquella anécdota que viví en primera persona, observo atónito la foto de un padre abucheado en la puerta del colegio de su hija por haber cometido la osadía de reivindicar en los Tribunales de Justicia que encaucen la libertad religiosa (la de los unos y la de los otros) adecuándola al mandato constitucional.

Las diferentes reacciones a la Sentencia del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Valladolid, que obliga al Colegio Público Macías Picavea a retirar crucifijos ha puesto de manifiesto tres aspectos fundamentales. A saber:

Primero. En España reivindicar algo tan obvio como que el Estado no asume como propia ninguna religión puede generarte un problema. Fernando Pastor, autor del recurso contra la decisión del Consejo Escolar del citado centro, de mantener la presencia de crucifijos en las aulas fue recibido entre abucheos e insultos en la puerta del colegio de su hija. Seamos claros: de la misma manera que habrían recibido los batasunos a un padre que reclamara la presencia de las fotos de los Reyes en las Aulas (algo a lo que también obliga la Ley).

Segundo. Del mismo modo que nadie cuenta con el PP, el Gobierno Socialista ni está ni se le espera: la Ministra Mercedes Cabrera incide en la idea de que sean los Consejos Escolares los que adopten una decisión que no sólo no les compete (los derechos fundamentales no se discuten; o se garantizan o se aplican) olvidando al tiempo que son precisamente las decisiones de éstos las que se han recurrido ante los tribunales y por ello la aplicación de las sentencias no puede dejarse en sus manos.

Tercero. El integrismo católico ha conseguido ganar con el lenguaje parte de la batalla de las ideas. Hoy se habla de retirada de crucifijos (intentando dar dramatismo y generar alarma haciendo pensar poco menos que en la quema de los mismos) cuando lo incomprensible es que aún perdure su presencia en espacios públicos. Se habla de ateísmo o de laicidad, dando por hecho que el padre en cuestión es un enemigo de la religión cuando perfectamente podría ser un católico practicante que simplemente tiene claros cuáles son los espacios y cuáles los momentos para educar, aprender, practicar la fe. Quizás no sea el caso, pero prejuzgar a una persona -e incluso satanizarla- es una práctica inquisitorial que no por estar enraizada en la historia de la Iglesia debe ser asumible en democracia.

Opinan desde la Iglesia y el PP que “los crucifijos no son elementos de agresión ni vulneran derechos”. En realidad es mucho más fácil de resumir: los crucifijos, en lugares públicos dividen, y lo que está claro es que tenemos un Presidente que no va a hacer nada por proteger nuestros derechos.

Publicado en El Adelanto el 1 de Diciembre de 2008 gorkaesparza.com

martes, 2 de diciembre de 2008